Huellas del Dr. Manuel Barquín Calderón (1922-2008). Guillermo Fajardo-Ortiz
Ciudad de México, otoño de 1955, calle de Londres esquina con avenida Chapultepec, II Curso de Organización y Administración de Hospitales de la Asociación Mexicana de Hospitales. El doctor Manuel Barquín Calderón va a iniciar su presentación “Cuerpo Médico”. Hay expectación entre los asistentes: posee el grado de Maestro en Salud Pública y Administración de Hospitales otorgado por la Universidad de Pittsburgh, es miembro fundador de dicha Asociación y el primer director del emblemático Hospital La Raza del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), y sólo cuenta con 33 años de edad. En esta participación, el doctor Barquín recuerda en su actuar docente las formas de comunicación socráticas. No se trata de una conferencia sino de una especie de seminario, sin embargo, para los asistentes el interés estriba en oírlo a él: claro, preciso, sarcástico, apartado del dogmatismo.
El doctor Manuel Barquín inició su faceta docente en 1947 en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de donde un año antes se había titulado; a partir de entonces impartió clases y conferencias en dicha facultad, así como en la de Contaduría y Administración, en la de Arquitectura y en la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia. También fue profesor de otras instituciones, en particular del Centro Interamericano de Estudios de Seguridad Social y de la Escuela de Salud Pública de México. Sus actividades docentes se encaminaron a la administración de atención a la salud —sueje central de atención—, la seguridad social, la salud pública, la medicina social y la historia de la medicina. Sus alumnos se cuentan por miles, esparcidos por todo México y muchas partes del mundo.
En sus oficinas de la Facultad de Medicina era habitual verlo con ex discípulos, alumnos y colegas; en sus conversaciones transmitía sus conocimientos sobre diversas materias; estimulaba el placer de pensar con su lenguaje irónico, casi cáustico.
Además de su pasión por la enseñanza, fue uno de los primeros médicos mexicanos que se ocupó profesional y genuinamente de la administración de los servicios de salud, la cual al finalizar la década de los cuarenta del siglo pasado era considerada por algunos como una actividad de escasos alcances, sin embargo, se iniciaba un cambio muy importante hacia la modernidad, del que fue actor y espectador el doctor Manuel Barquín: dicha materia se incluiría en los programas académicos de las escuelas de medicina, de enfermería, de trabajo social y nutrición, y se crearían especialidades, maestrías y doctorados; además, en la actualidad se exige su conocimiento en muchos organismos de atención a la salud para ocupar un puesto directivo.
La labor del doctor Barquín en la administración del Hospital La Raza, del que fuera director por más de diez años, le abrió diversos horizontes: los posteriores hospitales del IMSS siguieron las pautas de organización del Hospital La Raza; el Instituto lo comisionó para planear el Hospital “México” en San José de Costa Rica, donde se colocó una placa metálica que recordaba su participación; asesoró en materia de organización médica a los seguros sociales de Guatemala y Honduras; sus atinadas acciones administrativas originaron que colaborara en la Secretaría de Salud, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para Trabajadores del Estado, el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia, la Organización Panamericana de la Salud y la UNICEF. Sus tareas no sólo se dirigieron al sector público y al de los seguros sociales, también planeó y organizó servicios médicos privados.
Por lo que atañe a su labor como escritor, el maestro Barquín fue autor de innumerables artículos y libros, entre estos últimos probablemente el más conocido sea Dirección de hospitales. Sistemas de atención médica, libro con ocho ediciones. Otras obras relevantes son Historia de la medicina y su problemática actual, Medicina social, Sociomedicina, Historia ilustrada de las ciencias de la salud y Casos en administración de servicios de salud. En sus textos sus expresiones son nítidas, no hay retórica.
Su dedicación y profesionalidad propició que recibiera numerosos reconocimientos: 1984 Presea “Estado de México”, en su modalidad de Medicina y Ciencias de la Salud. 1984 Premio Organización Panamericana de la Salud en Administración. 1988 Cátedra Especial “Dr. Salvador Zubirán” de la Facultad de Medicina de la UNAM. 1998 Premio Nacional de Salud Pública. 2007 Homenaje a nuestros maestros. Facultad de Medicina de la UNAM.
En 1999, la Asociación Nacional de Administración de Hospitales creó en su honor el Premio “Dr. Manuel Barquín Calderón”, en reconocimiento a su brillante labor.
En diferentes tiempos se asumió como hijo, hermano, esposo, padre y abuelo. En otros espacios supo ser compañero, amigo, maestro y alumno; pero también conoció ser directivo y ser dirigido, ser jurado y juzgado, y ser crítico y criticado. En todas estas facetas se comportó y demostró su carácter singular, irónico, honesto, honrado e íntegro.
Estas líneas pretenden ser una evocación panorámica a la vida y obra del médico mexicano, pionero en la administración de la atención a la salud del México del siglo XX, que no puede ser entendida sin este promotor y apasionado de la seguridad social, historiador de la medicina y profesor de salud pública, cuyo fervor por la lectura, la escritura, la lengua española y las ciencias, hizo que fuera invitado a ser miembro del Consejo Editorial de Revista Médica del Instituto Mexicano del Seguro Social en su tercera etapa (1998), cargo que ejerció hasta su fallecimiento el pasado 8 de julio. Dos documentos escritos para esta publicación muestran su visión acerca del médico ideal1 y la moderna salud pública,2 los cuales dejó como legado.
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